Habrá que tener cuidado porque el señor Rodríguez Ibarra vuelve a ladrar y, con un tono amable y conciliador tan habitual en él, avisa cortesmente a los que le acusan de prestar un despacho en dependencias de la Junta de Extremadura a su amigo, el delincuente Rafael Vera, de que acabará con ellos, porque el señor Rodríguez Ibarra no le tiene miedo a nadie. ¡Menudo es él! Si además tiene la inmensa fortuna de descolgar el teléfono y que le conteste el mismísimo Fiscal General del Estado, algo que, por lo demás, tenemos a nuestro alcance el resto de los españoles. A ver, ¿quién es el pobre que cuando ha tenido un problema no ha llamado inmediatamente a Conde-Pumpido para solicitar su amparo? Seguro que si no lo ha hecho es porque no se le había ocurrido tan brillante idea.
El señor Rodríguez Ibarra se siente agraviado, ultrajado, injustamente acusado y pone a disposición de la fiscalía los despachos de la Junta que preside para que investiguen si hay alguna prueba que demuestre la presencia de uno de los máximos responsables de los G.A.L. en esos despachos y, si son capaces de encontrar algo que lo acredite, él asumirá las consecuencias y dimitirá. Sé que en Extremadura no andan sobrados de dinero, es más, gracias a la gestión del señor Rodríguez Ibarra se trata de la comunidad autónoma más atrasada pero supongo que después de dos años y medio, habrán podido limpiar esos despachos y no sólo una vez. Igual si llamamos al famoso C.S.I. podemos encontrar algún resto de ADN en alguna colilla escondida bajo una alfombra.
Lo cierto es que las amistades del señor Rodríguez Ibarra no son del todo aconsejables, delincuentes condenados y luego excarcelados por favores políticos varios y a los que ha defendido a pesar de las evidencias que los inculpaban. Amistades a las que tiene en gran aprecio no sólo él, sino destacados miembros del partido quienes consideran a Rafael Vera un experto en la lucha anti-terrorista y que se fían de su criterio y se dejan asesorar por él sobre cómo aprovechar una masacre terrorista para ganar las elecciones generales.
Déjense ya de bravuconadas y amenazas. Hay demasiadas cosas que deben aclarar, empezando por todas las que se refieren a aquel maldito 11-M y puestos a recordar, podrían hacerlo no sólo con los verdugos sino con las víctimas de los G.A.L. pero es que ya se sabe, el tratar con asesinos de toda índole es lo que tiene, acabas olvidando a la parte más débil para ceder al chantaje de los que empuñan o empuñaron las armas.
