Isolina in memoriam

Pocas veces se puede decir que los honores a una persona fallecida están tan plenamente justificados como en el caso de Isolina. Isolina era la abuela de mi mujer, pero también alguien muy cercano para el resto de la familia. Una mujer fuerte, con carácter, forjado en su muy temprana viudedad y con el compromiso de tener que sacar adelante ella sola a tres hijos. Tremendamente religiosa, pocas veces también a alguien se le puede llamar buena cristiana, ya que no solo se limitaba a ir a misa, o a rezar, si no también a predicar con el ejemplo; su casa se la llegó a conocer como “Fonda Isolina”, porque todo el mundo que venia a Madrid, familia o no, tenía allí su parada obligatoria, siempre hospitalaria, siempre ayudando a los demás. Las comidas en su casa eran conocidas por todos no solo por su cantidad, si no también por su calidad. No era perfecta, no, pero siempre hacía las cosas con buena intención.
Su ultima gran ejemplo nos lo dio con su forma de morir; antes que nadie sabía que llegaba su final, y la verdad que fue inesperado. En el hospital ya dijo a todo el mundo al que quiso decírselo que llegaba el final, cogió a sus hijos y les dijo lo que tenían que hacer, lo que quería, y que sobre todo y ante todas las cosas que siempre se llevasen bien, que no le dieran importancia a lo material, porque como ella siempre demostró lo poco que tenía siempre lo repartió con los demás. Nos dejó un 19 de Abril, hace poco, pero me siento orgulloso de ella, de haberla conocido, por que creo que su ejemplo de saber vivir y saber morir es una de esas cosas que ayudan a afrontar el futuro con valor. Solo puedo decir una cosa: gracias por todo Isolina.