UNA DE SUPER-MEGA-PACTO

En su inmenso afán por la búsqueda incansable de la paz, labor para la que no le faltarán fuerzas (ya se encargará él de tomarse unas vacaciones cuando crea oportuno recuperarlas), el Presidente Traidor ha ideado un nuevo pacto, un mega-pacto, un super-mega-pacto.

En él pretende contar con la participación de todos los agentes, asociaciones y fuerzas sociales y con la aprobación de los 45 millones de ciudadanos españoles (inuídos los más tiernos infantes, los odiosos "aborrescentes", los ocupas y demás grupos anti-sistema, etc.). El pacto debe ser espectacular, extraordinario. El pacto debe unirnos a todos en un fin común: el fin del terrorismo etarra.

Para ello debemos contar con el empuje de los republicanos catalanes, los mismos que culparon al Gobierno de la bomba en la T-4 y los que (gracias a sus contactos con asesinos) negociaron una tregua para su región. Con el entusiasmo de los nacionalistas vascos, aquéllos empeñados en que los terroristas movieran el árbol para ellos recoger los frutos y con el afán infinito de paz del Presidente Traidor y sus secuaces. Eso sí, del contenido del super-mega-pacto, nada de nada. No sabemos qué instrumentos piensa utilizar para acabar con los asesinos etarras, no sabemos si asumirá las reivindicaciones de las víctimas del terrorismo sobre la memoria, la dignidad y la justicia y, sobre todo, no sabemos qué precio está dispuesto a pagar para conseguir su objetivo y qué medios pretende emplear.

A la vista de todo esto, que no cuenten conmigo para esa chapuza que, de momento, no ha anulado la vergonzosa resolución del Congreso que daba carta blanca al Gobierno para negociar con terroristas, en ausencia de violencia (como nos intentaron vender), es decir siempre que a los etarras no se les ocurriera reventar el aparcamiento de la recién estrenada terminal del aeropuerto de Madrid, sí se les permite quemar autobuses y mobiliario urbano, extorsionar empresarios y organizar lo que ellos llaman jornadas de lucha, pero nada de bombas y con muertos menos aún, que eso sí se considera violencia y lo otro debe ser un simple entrenamiento para evitar el sedentarismo. Una mentira tan evidente como la tan trillada y cacareada lealtad de un partido que presume de haber apoyado al Gobierno del PP en cuanto a lucha antiterrorista se refiere. Una curiosa manera de ser leal cuando se reunía con asesinos, pactaba con ellos y no dudó en usar un atentado para auparse al poder.

Por mi parte, el super-mega-pacto sobra. Y el Presidente Traidor, también. Que dimita y nos deje en paaaaazzzzzz.