LA ESCORIA

Las cosas ya no son lo que parecen, las palabras no tienen los mismos significados, las opiniones cambian, los hechos se disfrazan, las condenas se matizan. Vivimos en un paraíso en el que ha desaparecido la violencia, los cajeros automáticos arden solos, los etarras no se rearman sino que se preparan para la negociación, los empresarios no son coaccionados sino invitados cortesmente a colaborar, las "borriko" tabernas son las sedes de entidades culturales donde se fomenta el estudio y la lectura.
Todo ello, por supuesto, requiere altas dosis de imaginación, de miseria moral, de desvergüenza y de caradura impresionante. Pero el objetivo es la paz y no hay obstáculo suficiente para impedirlo. Merece la pena lograr la paz y por ello hay que demonizar a las víctimas del terrorismo, ensalzar a los asesinos, malear a la justicia, entregar la libertad... pero hay que conseguir la paz.
La escoria encargada de llevarlo a cabo no tiene desperdicio, se valdrá de todo lo necesario para lograr su preciado objetivo. El reparto no puede ser más estremecedor: lo produce Rugalcabra, lo dirige el Traidor y, entre sus principales actores, el Fiscal General del Gobierno, ¿alguien quiere rendirse con ellos?