VOLVÍ

Ya sé que algunos, la mayoría de los que siguen mis andanzas por estos lares, sabéis que regresé de vacaciones felizmente desestresada pero la vuelta a la normalidad cuesta y desengrasar la pereza y coger de nuevo los buenos hábitos no es tarea fácil pero vamos a intentarlo.

Son muchas las noticias, acontecimientos, desgracias y sucesos que se han sucedido durante todo este tiempo y no sabría por dónde empezar: Galicia arrasada por el fuego, novedades en torno a la investigación del 11-M (lo que los sociatas llaman la teoría de la conspiración), continuidad en lo que parece un irreversible proceso de rendición ante los etarras, frenazo y marcha atrás en el asunto de la O.P.A. sobre Endesa (¡qué gran comparación hizo el de la semillita! Lo malo del caso es que la dichosa semillita ponerla, la pusieron, pero el encargado de empujarla ha demostrado que no se encuentra ésta entre sus habilidades más destacadas); el envío de tropas al Líbano para alfombrar los caminos con flores, las agresiones de islamistas con el pretexto de una supuesta ofensa del Papa, etc. De todas las cosas malas, por supuesto, tiene la culpa el PP y más concretamente Aznar y todo está ya muy comentado, aunque tendré ocasión de volver sobre alguno de estos asuntos en próximas ocasiones.

Lo que no quiero dejar escapar es la celebración de la conferencia sociata que, además de servir para atacar al principal y único partido de la oposición, nos ha dejado momentos innolvidables. No tiene precio ver a Pepiño manejar un ordenador para estrenar su famoso cuaderno (por cierto, cuaderno en el que censuran los comentarios que no les gustan a pesar de que el mío, confieso que no pude resistir la tentación, no contenía ni un solo insulto o palabra malsonante) ni ese discurso final del presidente traidor que ha situado a media España en la extrema derecha de un plumazo (mejor dicho, de varios bombazos) atribuyéndose la facultad para otorgar certificados de demócratas y tolerantes. Además nos hemos enterado de la presencia de chorizos entre los asistentes y la desaparación de pantallas y enseres varios, lógicamente el camuflaje entre la gente sociata era demasiado fácil por motivos más que evidentes. Lo que no hemos conocido es si los menús de la conferencia serían del gusto de la señora presidenta consorte, porque creo que conseguir lapa majorera no está al alcance del común de los mortales pero seguro que harían un esfuerzo porque ella lo vale, tampoco sé si medirían los decibelios para no ofender la sensibilidad del inimitable Cándido, quien podría persiguir su exceso en el vociferio.

En fin, que las cosas cada vez se ponen más negras o más rojas, según cómo se mire, y desde este pequeño rincón intentaré, al menos, desahogarme. Si además puedo convencer a algún alma de buena fe para que no cometa el tremendo error de confiar su voto a los indeseables que nos desgobiernan, mejor que mejor. Otro día... más.