MONOS

Ya era hora. No he podido evitar que tan extraordinaria noticia llenase de gozo mi vida, ¿cómo no se nos había ocurrido antes? Por fin, todo tipo de primates van a ver reconocidos sus derechos como si de personas se tratase.

Me alegra, sobre todo, por mi querida amiga Gorililla quien verá convenientemente valorada su condición ya que tiene el inmenso honor de usar un nick simiesco, a pesar de ser católica, decente y de derechas (¡puaj! ¡qué asco!).

Ya podemos dormir tranquilos aunque no se otorguen derechos a los embriones humanos, se asesinen niños porque aún no han nacido, nos desahagamos de ancianos, enfermos y disminuídos, se mutilen genitalmente a niñas y millones de personas mueran de hambre. Pero apreciamos como se merece la condición personal de nuestros antecesores cuadrumanos, quienes cuentan ya con su propia representación en el Congreso de los Diputados, basta ver el parecido físico (que no mental, no quiero yo ofender a la raza animal) entre Rubalcaba y la foto de la etiqueta de la botella de anís El Mono y apreciar la habilidad de algunas de esas llamadas señorías a la hora de votar con manos y pies.

¡Jo! Y todavía hay quien piensa que no vamos hacia una España mejor.