EL ADIÓS DE BONO

Como en sus mejores tiempos, he visto a Bono despedirse de su cargo haciendo todo un alarde de sentimiento patriótico, de demagogia, de populismo y, como no, de cobardía. Nos dice que su inmenso amor a España le hace dejar su cargo de minijtro para dedicarse a su familia y lo hace en un momento en el que quieren partir la nación, de un lado, los separatistas filoterroristas catalanes y de otro, los asesinos etarras con la complicidad negociadora de compañeros de partido del Sr. Bono. Con este panorama, lo mejor es dejar sola a su amada y que otros vengan a aprovecharse de sus favores (desde luego, como demostración de amor es bastante discutible y no la querría para mí).

Se va lanzando vivas a España, con las alabanzas del JEMAD, el apoyo de sus hijos y el beso a la bandera (¿con un beso me traicionas?). Se va sin que sepamos las causas exactas del famoso accidente del Cougar, sin que nos haya aclarado la verdadera misión que tenía encomendada la fragata Alvaro de Bazán en el Golfo Pérsico, sin que nos diga qué tipo de contratos firmó (si aún existe alguno) con la Venezuela del golpista Chavez. Se va después de conseguir reprobar a su antecesor en el cargo, después de asegurar que el término nación no aparecería en el Estatuto, después de mentir y fingir una agresión para desacreditar a las víctimas del terrorismo, después de haber utilizado su cargo para mayor gloria personal, eso sí, siempre por el bien de España.

Dice el refrán que otros vendrán que bueno te harán, en este caso y a pesar de la dificultad que eso entraña, es muy posible que así suceda, pero, aún así no podré jamás echar de menos a un personaje como Bono. Sí añoro a los políticos que no alardean tanto de su amor a la Patria y que en realidad la sirven, sin estruedos ni numeritos. El caso del minijtro es como el del marido infiel, quiere mucho a la legítima pero necesita cubrir otro tipo de pasiones y yo, con esa clase de gente, no voy ni a misa, Sr. Bono, ni a misa.