MUERTOS QUE HABLAN

Nos ha vuelto a deleitar Rodríguez Ibarra (será por Rodríguez) con sus declaraciones atacando al juez Grande Marlaska, como impone la secta, y con sus sorprendente capacidad para interpretar los deseos y sentimientos de los muertos por el terrorismo etarra.
Desconozco si tan patético personaje tiene línea directa con Dios, que lo dudo por la condición de la que hace gala, o si ha contratado los servicios de una médium para que le diga que los muertos a manos de E.T.A. estarían encantados ante la posibilidad de que se negociara con la banda terrorista. Dice el señor de la Dehesa extremeña que los familiares de estas víctimas no interpretan correctamente la verdadera voluntad de sus muertos, están cegados por el dolor y no razonan adecuadamente las ventajas que nos reportaría el final feliz del conflicto.
¿No es fantástico? Por supuesto que a todos nos gustaría saber y conocer la opinión de los asesinados por E.T.A., esa sería una clara prueba de que aún siguen vivos y, sin muertos, sin víctimas, sin chantaje, sin extorsión, todo sería muy distinto.
Por desgracia, la realidad ha sido diferente. E.T.A. no es una organización que usa métodos democráticos para conseguir sus fines sino todo un entramado terrorista que gracias al asesinato, la amenaza y el chantaje pretende y consigue por la debilidad de los que dicen gobernar España obtener sus objetivos. Por desgracia, hay muertos y Rodríguez Ibarra no es el más indicado para interpretar su voluntad, es más, la miseria que supone sólo el pretenderlo para justificar una negociación con asesinos es de lo más rastrero que he visto últimamente. Aunque estoy segura de que es capaz de superarse.