YO SI QUIERO LA PAZ

Las últimas cantinelas publicitarias salidas de la calle Ferraz insisten, con Pepiño a la cabeza, en acusar a los que nos oponemos a la política llamada antiterrorista de este gobierno de no querer la paz, de no desear el fin de E.T.A.
¡Menuda banda de miserables! Aunque sólo fuera por egoísmo, yo sí quiero la paz porque tengo muchas más probabilidades de sufrir un atentado terrorista que Rubalcaba, Pepíño y demás compañía mafiosa a quienes siempre acompañan sus correspondientes escoltas. Sería más cómodo decir que es mejor que nadie más pague con su vida, que nadie tenga que padecer la crueldad terrorista pero, en ese caso, yo tampoco podría mirar a los ojos de las víctimas como le sucede a Rodríguez. No, yo soy incapaz de pedirles a esas víctimas más sacrificio y más generosidad que la ya demostrada a lo largo de todos estos años.
Yo también quiero la paz pero no la que nos brinda E.T.A., que es la paz de los cementerios o la del exilio porque en el País Vasco algunos no tenemos la libertad para decir lo que pensamos sin que nos amenacen, ataquen, maten o extorsionen. Yo no quiero la paz de la vergüenza, a costa de la libertad y de las cesiones a los terroristas. Yo quiero una paz digna, con vencedores y con la derrota de los etarras y su rendición incondicional, pero creo que este gobierno es incapaz de conseguirla. Es más, creo que no quiere lograrla porque se debe a otros intereses y eso es lo que más me aterra y avergüenza.